sábado, 4 de agosto de 2007

Discurso de Despedida de la XVII










Nos hemos reunido aquí para celebrar la despedida de 2do. Año de Bachillerato. Me dispongo en este momento, a pronunciar el discurso en representación de los estudiantes graduandos.

Quiero en primer lugar, agradecer a Dios nuestro Padre Celestial el permitirnos llegar a este Acto especial y trascendental en nuestras vidas, ya que toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, del padre de las luces, quien nos proveyó de los medios necesarios para guiarnos durante nuestros estudios en el liceo militar.


Ahora me gustaría recordar la trayectoria que les ha conducido hasta este momento, llena de contactos, de descubrimientos, de encuentros y “encontronazos”.

En definitiva, vivimos la cristalización de todo el largo proceso anterior, un salto cualitativo que marco nuestra evolución a partir de entonces. Se ha constatado esa transformación en muchos de nosotros, el fruto de una etapa de esfuerzos compartidos por todos: padres, profesores, militares y alumnos. La inquietud intelectual, la curiosidad, el rigor, el sacrificio, no son sino el resultado de un trabajo constante que ahora empieza a fructificar.


Durante estos años en que hemos compartido aulas, incluso dormitorios, nosotros, los alumnos, hemos procurado recibir una nutrida educación en las diferentes materias y convivido muchas experiencias, inculcándosenos valores como el amor, la curiosidad, la disciplina, entre otros, que será muy útiles para nuestro futuro.

Los años pasados aprendimos multitud de cosas que no pudieron desligarse de nuestro proceso de crecimiento personal, y formaron parte importante de él. De este modo la adquisición de conocimientos, la asimilación de lo valores académicos, la interacción con los compañeros, profesores y militares en esta etapa de nuestra vida, constituye sin duda un factor destacado de nuestra maduración personal.

Se abre ante nosotros un panorama lleno de oportunidades, que constituye un verdadero reto personal. Quisiera animarles a encarar los cambios que se avecinan con ilusión pero también con realismo. Las satisfacciones que les depare el futuro profesional pueden ser numerosas, pero creo que ninguna podrá igualarse a la intima alegría de la superación personal.

Sí miramos hacia atrás podrán todos contar un montón de sucesos, agradables, enriquecedores, incluso alguno de no grato recuerdo (gracias a Dios que esos en uno meses se han olvidado y solo queda el pozo de las cosas agradables…)

Quiero decirles que aunque conservemos muchos recuerdos, nosotros seguiremos estando aquí; y que, cada vez que subamos al tren y veamos desde lejos estas ventanas, pensemos que aquí seguirá estando el liceo, dispuestos a recibirnos siempre.

Nos daremos vacaciones y dentro de poco nos recordarán. Y les pregunto: ¿Cómo no decirles que los echaré de menos? ¿Cómo no desearles el mejor de los éxitos? Y que hemos sido felices estando detrás de estás paredes, por que sé que hemos sido la razón de ser de ello. Por eso somos felices en estos momentos al ver que nos marchamos del instituto, por que este es el mejor final de un estudiante: marcharse por que ya no debe estar, sino marcharse por que ya aprendió todo aquello que había venido a aprender aquí.
Han visto nuestro crecimiento. Se ve en las fotos. Somos más altos. No hay más que comparar la foto del primer día en el liceo con la de hoy, pero sobretodo somos mayores. Hemos crecido como persona. Se nos nota en el trato, en la conversación, en el comportamiento, en la comprensión de los problemas, en la comprensión del mundo. Es como cuando el viento actúa sobre las rocas más dura moldeándola, pero que no nos damos cuanta de ese proceso.


Ese crecimiento a lo largo de los años, está hecho de muchos momentos, tanto agradables como momentos menos gratos: las llamadas de atenciones pesadas, reiterativas, molestas… Las correcciones a veces de nuestro comportamiento.

Es cierto que ser joven es una imperfección. Pero debemos estar tranquilos, porque es una imperfección leve que con el tiempo desaparece. Digo imperfección por que cuando somos jóvenes cometemos muchas veces errores, pero que nos servirá para reforzar nuestro camino a ser adultos, si la tomamos como aprendizaje.

Cinco años de vida basta para crear lazos inquebrantables entre amigos. Ilusiones, esperanzas, sueños, temores, enfados, riñas, alegrías… viajes con mejores y peores aventuras… en fin, sea como sea, juntos hemos compartido el rumbo hasta el último cruce, hasta la última desviación. Algunos seguirán juntos en trabajos, estudios o en la vida… pero esta etapa dejará en nosotros huellas, como las viejas cicatrices de guerra, que nunca se borra. Y dentro de muchos años, cuando tengan una vida determinada por las decisiones que hoy, tan orgullosamente, toman… se acordarán de aquellos momentos con los compañeros, mientras se arrepienten de no haber hecho todo lo posible por labrarse un futuro mejor.

Los que comprenden esta situación de “hasta siempre”, no podrán negar que desearían abrazar a muchos de los presentes y también a los que ya no están, pero que siempre recordaremos. Como no podía faltar, algunos de los culpables han venido hoy para acompañarnos. Y aquí están. Padres que han sabido decir “no” a su debido tiempo, aunque algunos tardasen más, padres que han nos aguantado y padres que han conseguido educar a este grupo de, ahora sí, personas con opiniones, ideas, aptitudes, que varían como los colores de sus miradas. Miradas, que no se volverán a cruzar, manos que no se estrecharán más… pero los verdaderos amigos –algo en lo que siempre he creído-, los que se entienden al verse, por muy lejos que estén… no hará falta que se miren o se estrechen la mano. Quizá llegue más hondo el suspiro de un corazón que recuerda una mano que saluda con un puñal en la otra.


Hoy decimos adiós al liceo, pero antes de despedirnos de éste, el que ha sido nuestro segundo hogar durante cinco años, tenemos que agradecerle, porque estamos seguros que todo lo que aprendimos aquí, nos será muy útil, y no sólo me refiero a lo académico sino a todos los consejos que profesores, militares y amigos nos solían dar para hacer de nuestra vida más agradable y mejor…

… Les doy las gracias por abrirnos sus puertas, por siempre recibirnos con los brazos abiertos… todo lo bueno llega cuando uno realmente se esfuerza y trabaja a conciencia… Gracias por el cariño que nos demuestran al venir y al estar junto a nosotros en este día tan especial…


Quisiera dedicar a todo ese personal de profesores y militares una poesía de Gabriel Celaya, una que siempre recuerdo, esto como agradecimiento a todo lo que nos han enseñado:


Educar es lo mismo que poner motor a una barca:



Hay que medir, pesar, equilibrar…

Y poner todo en marcha

Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma


Un poco de marino


Un poco de pirata


Un poco de poeta


Y kilo y medio de paciencia concentrada

Pero es consolador soñar mientras uno trabaja,


Que esa barca, y ese niño,


Irá muy lejos por el agua


Soñar que ese navío


Llevará nuestra carga de palabras distantes


Hacia islas lejanas


Soñar que cuando un día

Este durmiendo nuestra propia barca



En barcos nuevos seguirá


Nuestra bandera enarbolada.


Continuo diciendo que estamos aquí juntos para celebrar…


… que hayamos llegado al final de una etapa, que hayamos conseguido aquello que nos hemos propuesto, que por nuestro propio esfuerzo y mérito tengamos la posibilidad de abrir nuevas puertas e iniciar nuevas etapas.


… que hayamos compartido, alumnos, profesores y militares un fragmento de nuestras vidas; para celebrar, más que haber llegado hasta aquí, el poder guardar en nuestros recuerdos y nuestros corazones la experiencia vital que recorrimos juntos. Encontrando la importancia de este final de carrera, más que en un titulo para agregar a nuestro currículo, en el viaje, lleno de circunstancias agradables y desagradables, aburridas y divertidas, odiosas y magníficas, pero siempre…, siempre…, circunstancias vividas que, en mucho, nos han convertido en lo que hoy somos de verdad.

… todo lo que hemos aprendido. Y hoy, especialmente deseo celebrar todo lo que nosotros, alumnos entusiastas y desencantados, disciplinados y rebeldes, buena gente, aplicados y escépticos o indiferentes, todo lo que ustedes nos enseñaron a nosotros. Como el frió que necesita el calor, la juventud de la vejez, la vida de la muerte, celebramos el habernos tenido como alumnos desinteresadamente.


Estamos aquí juntos para celebrar…

… nuestro futuro, que es su presente”


Quisiera aconsejarles para ese futuro, algo para que lleven en estos posibles viajes que comenzaremos a partir de ahora y solo me vienen a la mente dos cosas que quiero que recuerden:


La libertad, como saben, es algo a lo que los humanos no podemos renunciar. Pero también es algo que nunca tendremos del todo y que siempre podremos ampliar. Alguna vez dijimos que las personas, más que libres para tener lo que queremos, somos libres para luchar por lo que no podemos tener: no dejen de luchar por conseguir aquello que desean, serán muchos más libres deseándolo, que habiéndolo conseguido.


Aquí va lo segundo:


“Conócete a ti mismo”. Es bueno querer cambiar, intentar ser mejor, parecerse a alguien que creen que es mejor que ustedes, pero lo que es infinitamente más bueno y sabio y también más difícil de realizar, es ser “nosotros mismos”. Y sin embargo, es algo muy fácil de comprender: ser “nosotros mismos” es ser sencillamente honestos, no mentirnos nunca, darnos cuenta de lo que valemos, ser legales.


…Estamos aquí juntos para celebrar que sean como ustedes son: no cambien nunca, a pesar de que no dejen de hacerlo.


Hace cinco años empezamos un sueño, un sueño para nosotros, un sueño para nuestros padres, hoy ese sueño se hace realidad gracias el esfuerzo de todos, gracias a la ayuda de muchas personas, por eso, nosotros estamos muy agradecidos con la vida por habernos colocado donde estamos y con quien estamos.


Por creer en ese sueño, luchar y confiar en él, quiero dedicarles este corto poema de Miguel Ángel Asturias a mis compañeros que se están graduando:


Amar es darlo todo


Todos fuimos hechos así


Hechos para echar estrellas en el mar


Hechos para echar semillas en el surco


Y después de una buena jornada


Levantar los ojos al cielo y decir:


Señor, mi alforja está vacía


Mi corazón lo ha dado todo


Finalmente, queridos compañeros, en estos momentos probablemente se han propuesto metas de comenzar una carrera profesional y de obtener triunfos y bienes materiales, pero mi exhortación especial es que su vida sea guiada por la Santa Palabra de Dios, que se acuerden de su creador en los días de juventud y que busquen primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas les serán añadidas.




Que Dios los bendiga a todos hoy y siempre, ¡¡Muchas Gracias!!

¡¡Viva la XVII Promoción de Ciencias y la II de Procesamiento de Datos!!

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